Crónicas de Jerusalén de Guy Delisle
Guy Delisle es un dibujante y animador canadiense. Su amplísimo trabajo (que podéis consultar en la página web que enlazo JUSTO AQUÍ) es sobre todo conocido por las novelas gráficas en las que refleja la realidad de diversas ciudades, como Pyongyang, Shenzem o, en este caso, Jerusalén. Realidad que él ha tenido la oportunidad de conocer de primera mano, siguiendo a su mujer allá donde ella tenga que desarrollar su labor humanitaria, y es que la buena señora trabaja para la ONG Médicos sin Fronteras.
Cuando Nadége marchaba a trabajar, y Guy se quedaba en casa como un auténtico Rodríguez, cuando ya había dejado a los niños en la escuela y arreglado la casa, pocas planes parecían mejores que salir a dar un paseo y observar con la mirada más virgen posible todo lo que sucedía en su nueva ciudad. Y supongo, que de esta manera comenzaría Delisle a tomar notas y hacer bocetos de todo aquello que le sorprendía, le maravillaba o le inquietaba en una ciudad como Jerusalén. Que, como imaginaréis, tiene que ser mucho.
El resultado de ese año de acogida en Israel es la novela gráfica que hoy os comento. Publicada por Astiberri en 2012, ha recibido incluso el Premio al Mejor álbum en el Salón Internacional del Cómic de Angoulême. Y no es para menos. Para mí, que soy una total ignorante del noveno arte, ya se ha convertido en uno de los mejores libros que he leído este 2014.
¿Y cómo fue?
Vaya por delante que leer Crónicas de Jerusalén ha sido totalmente casual. Andaba yo algo desalentada, por haber decidido no cumplir con una de las categorías del reto de la Summermathon (aquella de "Lee un libro ilustrado"). Mi elección fue demasiado infantil y no la estaba disfrutando en absoluto, así que en contra de mi costumbre abandoné el cuento en cuestión y un día en la biblioteca vi, o mejor dicho, él me vio a mi, este interesante libro.
¿El conflicto palestino-israelí contado en un tebeo? La cosa prometía. Y aunque podía ser muy interesante, también temía acabar indignándome si la novela estaba escrita con demasiada ligereza. Y no quiero que se me entienda mal. Sé que pueden tratarse temas serios en este medio (he leído Maus de Art Spiegelman) pero entre ambos existe una abismal diferencia. El tiempo. La perspectiva. La distancia. ¿Podría decir la objetividad?
Mi opinión
Pero ¿Quién puede ser objetivo en un caso como este? Guy Delisle nos muestra lo que vivió y conoció en aquellos meses, de una forma tan limpia y descreída que parece decirnos simplemente: "Saca tus propias conclusiones porque a mi se me quedó cara de tonto". Y cara de tonta se te queda cuando ves hecho dibujo la realidad de un conflicto enquistado y terrible. El autor cuenta desde sus problemas para desplazarse de un barrio a otro, a las costumbres de las distintas comunidades, el, no siempre exitoso, recibimiento de su trabajo, y sus amistades de distintas confesiones y nacionalidades. El tema de la novela es narrar su día a día en una ciudad extranjera, y no tanto el realizar una crónica de este conflicto, pero inevitablemente la rivalidad entre palestinos e israelies acaba siendo el centro de casi todas las tiras.
Y sin entender demasiado de cómics, me atrevería a decir que los dibujos de Delisle son deliciosamente sencillos pero también expresivos, tanto que le otorgan toda la importancia al mensaje, al fondo sobre la forma, aunque parezca imposible que así sea tratándose, como es, de una novela gráfica.
El autor es irónico, pero también incisivo en algunas de sus reflexiones y si bien intenta no generalizar, dando a entender que en todas partes cuecen habas y en todas partes hay buenos y malos, no puede evitar mostrarse especialmente socarrón respecto a los radicalismos religiosos que campan a sus anchas en Tierra Santa. Así que, tristemente, terminas riendo con algunas de sus peripecias en aquel año (no se puede dibujar el muro, no se puede dibujar un checkpoint, no se puede dibujar una colonia, etc) para volver la página y encontrarte con algún duro pasaje en la vida de los palestinos de Hebrón o Gaza.
Esta novela gráfica me ha parecido una excelente manera de aprender de forma distendida sobre una problemática tristemente actual. Es por eso que la recomiendo a todo el mundo: estudiantes, jóvenes, menos jóvenes, aficionados o no al cómic, porque estoy segura que la van a disfrutar exactamente igual que yo.
¿Hacemos como que no ha pasado nada y cambiamos Crónicas de Jerusalén por la Historia del buen Simplón y la incluimos en el reto veraniego? Sí, ¿verdad?
¡Nos leemos!