España, año 2015. El Gobierno de concentración que se forma tras las
elecciones anticipadas no puede combatir los graves problemas del país,
sumido en una profunda crisis desde hace años, y que se encuentra al
borde del colapso.
En medio de esta convulsa situación económica, política y social llega un nuevo caso a manos de la Policía Nacional: la desaparición de Álvaro Sarmiento, un antiguo político reconvertido a banquero sin escrúpulos, imputado por varios casos de estafa y malversación de fondos. La investigación se le asigna a la inspectora Sonia Murillo y al subinspector Andrés Solsona, dos policías que se verán envueltos en una complicada trama que les deparará muchas sorpresas.
Banqueros estafadores, políticos corruptos adictos al sexo duro, financieros especuladores y otros especímenes similares están en el punto de mira de un justiciero diferente. Un hombre sin futuro que, ante las adversas circunstancias en las que se encuentra la sociedad española, decide cambiar las cosas a su manera utilizando el poder de las redes sociales.
En medio de esta convulsa situación económica, política y social llega un nuevo caso a manos de la Policía Nacional: la desaparición de Álvaro Sarmiento, un antiguo político reconvertido a banquero sin escrúpulos, imputado por varios casos de estafa y malversación de fondos. La investigación se le asigna a la inspectora Sonia Murillo y al subinspector Andrés Solsona, dos policías que se verán envueltos en una complicada trama que les deparará muchas sorpresas.
Banqueros estafadores, políticos corruptos adictos al sexo duro, financieros especuladores y otros especímenes similares están en el punto de mira de un justiciero diferente. Un hombre sin futuro que, ante las adversas circunstancias en las que se encuentra la sociedad española, decide cambiar las cosas a su manera utilizando el poder de las redes sociales.
Gané esta novela en formato digital este verano, con motivo del mes temático del thriller organizado por Laky de Libros que hay que leer, y en el que participé escasamente, sea todo dicho de paso. Y ahora, unos meses después de aquel feliz día, traigo el comentario reposado, meditado, y sopesado de Caos absoluto, una novela escrita por el madrileño Armando Rodera. Podéis encontrarla en Amazon, junto con otros de sus trabajos en formato digital como El color de la maldad, Juego de identidades, La rebelión del alma o El enigma de los vencidos publicado por Ediciones B.
¿De qué estamos hablando?
Ojeando otros comentarios en la red sobre la novela, me llama la atención el debate a propósito de si Caos Absoluto puede considerarse una distopía o no. Me gustaría, antes de contar que me ha parecido el libro, explicar mi opinión sobre este asunto.
No podemos recurrir a la RAE para salir de dudas, porque el término Distopía no figura en el diccionario, pero hasta donde yo sé una distopía es una narración en la que se da cuenta de una sociedad indeseable en sí misma. Sin embargo, siempre he creído que una distopía:
1. Debe ser también la descripción de aquella sociedad que en aras del bienestar o bajo una aparente intencionalidad de mejorar la vida de los ciudadanos, ha suprimido las libertades y derechos individuales y arrasado la privacidad de la población. (como en El dador de Lois Lowry) y
2. Tiene como objetivo último la crítica social o política, inspirada en la percepción del autor de problemas presentes, de manera que llevándo al extremo su visión, alerta de lo terrorífico que esconden sociedades más o menos ideales en apariencia ( es el caso de Un mundo feliz de Aldous Huxley).
2. Tiene como objetivo último la crítica social o política, inspirada en la percepción del autor de problemas presentes, de manera que llevándo al extremo su visión, alerta de lo terrorífico que esconden sociedades más o menos ideales en apariencia ( es el caso de Un mundo feliz de Aldous Huxley).
De acuerdo con ello, ni la mitad de las novelas juveniles que hoy se venden como tales, merecerían el calificativo de distopía. (pero esa, es otra historia)
Dicho todo esto, y sabiendo que no son más que las definiciones y los criterios que utilizo yo conmigo misma,(recuerdo que no soy filóloga ni he estudiado el tema) me atrevería a decir que Caos Absoluto SI es una distopía. Quizá lo que ocurre es que nos falta la perspectiva que da el paso del tiempo para comprender las impresiones que la sociedad de principios del siglo XXI tiene sobre su propia realidad. Dicho de otra forma, formamos parte de ella, y no la analizamos con la solvencia con que podemos mirar el pasado.
( Si os interesa el tema, os recomiendo MUCHO la lectura de un artículo sobre Distopías que he leído hace nada y menos en el blog The last of us, y con el que, mira por donde, coincido bastante).
Opinión
Puede, sin embargo, que el verdadero problema para identificar Caos Absoluto con una distopía al uso sea su escasa sutileza. Porque si bien, la mayoría de las novelas del género sitúan la acción en un futuro no tan próximo e incluso en estados imaginarios inspirándose, eso sí, en la realidad; la novela de Armando Rodera se desarrolla en la España de las próximas navidades. Además, el autor toma a personalidades reales para convertirlos en personajes de su novela sin el menor disimulo. Por poner un ejemplo, y aun a riesgo de cometer un spoiler: la primera víctima del ibérico Guy Fawkes no es otra que Rodrigo Rato. Y que alguien venga y me lo niegue. Que me parto. En este sentido, hubiera agradecido una mayor confianza en los lectores, para ser nosotros mismos quienes desveláramos las claves de la historia y que el mensaje no resultara tan obvio.
Y es que Caos
Absoluto es una novela demasiado evidente. Está escrita desde lo más profundo de las tripas. Con
rabia. Y tan comprometidamente que el autor se cala hasta los huesos. Sin embargo, considero que esta total transparencia no deja lugar a la reflexión y en mi opinión por momentos deja de ser una crítica para convertirse en un panfleto.
¡A partir de aquí, igual te enteras de algún detalle de la trama!
Por otro lado, no
considero justo que en la novela se tilde de borregos, ignorantes,
despreocupados y otras lindezas a los ciudadanos que no se rebelan
contra el sistema. Este mensaje, lanzado desde la boca de niñatas universitarias cuyas facturas pagan sus papas, o pijos reconvertidos en justicieros por motivos egoístas, es tremendamente injusto respecto a cualquier ciudadano que, mientras que ellos navegan por internet, solo está intentado llenar su nevera. En cualquier revolución hay gente
más decidida que otra, y auténticos líderes que tienen el valor de implicarse decididamente, pero no me gusta que
personajes con las facilidades de los descritos tengan el atrevimiento
de dar lecciones de compromiso social al resto de la sociedad. Y es obvio, que ahora no solo estoy hablando de Caos Absoluto.
Por eso, no me llega el mensaje de esta novela. Y por eso, a pesar de compartir el hartazgo de los personajes y sus intenciones de cambiar el sistema, no puedo empatizar con ellos. ¿A eso se le llama tirar piedras sobre tu propio tejado?
Y aquí, ya hay cosas buenas
Quizás con todo esto parezca que he odiado la novela de Armando Rodera pero no es verdad. Solo necesitaba desahogarme como ha hecho él.
Y si he criticado el fondo de la historia, quiero destacar que su forma si me ha gustado bastante. El ritmo de la novela es muy acertado. Combina capítulos de acción, con otros en los que conocemos el pasado y las motivaciones del protagonista para continuar con la investigación de los policías y vuelta a empezar. El autor muestra los distintos vértices de este conflicto, y los acontecimientos van desarrollándose cada vez con más rapidez e interés.
Me
gustaría señalar un acierto de la novela y es la importancia de las
redes sociales en la trama, hasta el punto que casi se convierten en un
personaje más. Cualquier novela que pretenda reflejar con fidelidad
nuestro tiempo presente ( y que no se desarrolle en una cueva, claro está) debe
incluir referencias a esta realidad que, nos guste más o menos, es una
parte importantísima de nuestras vidas.
Pero el final...
Todo funciona hasta el último capítulo del libro, en el que un thriller con una interesante denuncia social se convierte en un drama de secretos familiares digno de Daniell Steel. Por favor, si alguien ha leído la novela y sabe de este sorpresón mayúsculo y me puede explicar qué sentido tiene, que lo haga en los comentarios, porque no paro de darle vueltas y no llego a ninguna conclusión.
Como veis esta no ha sido la novela que más he disfrutado este año, pero siendo sincera no es ni de lejos la peor. Tengo claro que Armando Rodera es un narrador muy capacitado y por eso me gustaría darle otra oportunidad en una historia diferente.
¿Conocéis otra novela de este autor? ¿Cuál me recomendáis?
¿Habéis leído Caos Absoluto? Para vosotros ¿es una distopía?