jueves, 17 de julio de 2014

La mirada más amable de un conflicto terrible

Crónicas de Jerusalén de Guy Delisle

Guy Delisle es un dibujante y animador canadiense. Su amplísimo trabajo (que podéis consultar en la página web que enlazo JUSTO AQUÍ) es sobre todo conocido por las novelas gráficas en las que refleja la realidad de diversas ciudades, como Pyongyang, Shenzem o, en este caso, Jerusalén. Realidad que él ha tenido la oportunidad de conocer de primera mano, siguiendo a su mujer allá donde ella tenga que desarrollar su labor humanitaria, y es que la buena señora trabaja para la ONG Médicos sin Fronteras. 

Cuando Nadége marchaba a trabajar, y Guy se quedaba en casa como un auténtico Rodríguez, cuando ya había dejado a los niños en la escuela y arreglado la casa, pocas planes parecían mejores que salir a dar un paseo y observar con la mirada más virgen posible todo lo que sucedía en su nueva ciudad. Y supongo, que de esta manera comenzaría Delisle a tomar notas y hacer bocetos de todo aquello que le sorprendía, le maravillaba o le inquietaba en una ciudad como Jerusalén. Que, como imaginaréis, tiene que ser mucho. 

El resultado de ese año de acogida en Israel es la novela gráfica que hoy os comento. Publicada por Astiberri en 2012, ha recibido incluso el Premio al Mejor álbum en el Salón Internacional del Cómic de Angoulême. Y no es para menos. Para mí, que soy una total ignorante del noveno arte, ya se ha convertido en uno de los mejores libros que he leído este 2014. 

¿Y cómo fue?

Vaya por delante que leer Crónicas de Jerusalén ha sido totalmente casual. Andaba yo algo desalentada, por haber decidido no cumplir con una de las categorías del reto de la Summermathon (aquella de "Lee un libro ilustrado"). Mi elección fue demasiado infantil y no la estaba disfrutando en absoluto, así que en contra de mi costumbre abandoné el cuento en cuestión y un día en la biblioteca vi, o mejor dicho, él me vio a mi, este interesante libro. 

¿El conflicto palestino-israelí contado en un tebeo? La cosa prometía. Y aunque podía ser muy interesante, también temía acabar indignándome si la novela estaba escrita con demasiada ligereza. Y no quiero que se me entienda mal. Sé que pueden tratarse temas serios en este medio (he leído Maus de Art Spiegelman) pero entre ambos existe una abismal diferencia. El tiempo. La perspectiva. La distancia. ¿Podría decir la objetividad?

Mi opinión



Pero ¿Quién puede ser objetivo en un caso como este? Guy Delisle nos muestra lo que vivió y conoció en aquellos meses, de una forma tan limpia y descreída que parece decirnos simplemente: "Saca tus propias conclusiones porque a mi se me quedó cara de tonto". Y cara de tonta se te queda cuando ves hecho dibujo la realidad de un conflicto enquistado y terrible. El autor cuenta desde sus problemas para desplazarse de un barrio a otro, a las costumbres de las distintas comunidades, el, no siempre exitoso, recibimiento de su trabajo, y sus amistades de distintas confesiones y nacionalidades. El tema de la novela es narrar su día a día en una ciudad extranjera, y no tanto el realizar una crónica de este conflicto, pero inevitablemente la rivalidad entre palestinos e israelies acaba siendo el centro de casi todas las tiras. 
 
Y sin entender demasiado de cómics, me atrevería a decir que los dibujos de Delisle son deliciosamente sencillos pero también expresivos, tanto que le otorgan toda la importancia al mensaje, al fondo sobre la forma, aunque parezca imposible que así sea tratándose, como es, de una novela gráfica. 


El autor es irónico, pero también incisivo en algunas de sus reflexiones y si bien intenta no generalizar, dando a entender que en todas partes cuecen habas y en todas partes hay buenos y malos, no puede evitar mostrarse especialmente socarrón respecto a los radicalismos religiosos que campan a sus anchas en Tierra Santa. Así que, tristemente, terminas riendo con algunas de sus peripecias en aquel año (no se puede dibujar el muro, no se puede dibujar un checkpoint, no se puede dibujar una colonia, etc) para volver la página y encontrarte con algún duro pasaje en la vida de los palestinos de Hebrón o Gaza. 

Esta novela gráfica me ha parecido una excelente manera de aprender de forma distendida sobre una problemática tristemente actual. Es por eso que la recomiendo a todo el mundo: estudiantes, jóvenes, menos jóvenes, aficionados o no al cómic, porque estoy segura que la van a disfrutar exactamente igual que yo. 

¿Hacemos como que no ha pasado nada y cambiamos Crónicas de Jerusalén por la Historia del buen Simplón y la incluimos en el reto veraniego? Sí, ¿verdad? 

¡Nos leemos! 

sábado, 12 de julio de 2014

Cachito, Arturo y yo

Hace algunos años...

Mi historia con esta breve novela, empezó a mis tiernos doce o trece años. Alguien me regaló unas prehistóricas cintas de cassette que contenían fragmentos de novelas leídas por sus autores (fue la primera vez que escuche al gran cuentacuentos Mario Benedetti) o, en otras ocasiones, con la voz de importantes actores o periodistas. 

En el primero de todos ellos, un hombre con la voz profunda y rasgada, comenzaba su narración diciendo...
"Era la más linda Cenicienta que vi nunca. Tenía diecisiete años, un libro de piratas bajo la almohada y, como en los cuentos, una hermanastra mala..."
Y yo, que entonces comenzaba a sufrir mi eterno insomnio, pasaba las noches de verano escuchando aquella historia y a su narrador (ignorante de mí, no reconocía a José Sacristán) hasta que al final del primer capítulo...

"Yo la miraba desconcertado, alucinando. Con cara de gilipollas"

... comenzaba el fragmento de otra novela diferente y se rompía la magia. 


La solución no podía ser otra que comprar el libro. No podía conformarme con el primer capítulo ni tampoco vivir con la duda de cómo seguiría la historia de Manolo y María. Dicho y hecho. De la librería a mis manos, de ellas a mis ojos y a mi memoria, la digestión de este breve relato de apenas noventa páginas no duró más de una tarde.
Mis espectativas no se vieron defraudadas y desde entonces, releo Cachito cada cierto tiempo, muchas veces en verano, como aquella primera vez que conocí a sus protagonistas. Y recuerdo no solo lo mucho que me gusta esta moderna Cenicienta, sino también cómo era, pensaba y sentía esa niña de doce o trece años.

Ya veis que el cariño que le tengo a esta novela, trasciende lo literario. Por eso, cuando tuve que elegir un título para releer en esta Summermathon en la que me he embarcado en plan valiente, no tuve ninguna duda. Cachito, una de las obras más modestas de Arturo Pérez-Reverte cumplía los requisitos y además, pero no menos importante, APETECÍA.

Mi opinión

"Moderna historia de hadas y piratas, de buenos y malos, escrita con una acción trepidante y un humor agridulce y desesperado" 

Pocas veces una sinopsis es tan cierta. Un asunto de honor, considerado un relato menor de Pérez-Reverte nació con el objetivo de servir como base al guión de una película producida por Antonio Cardenal. Estamos, por lo tanto, ante una historia muy sencilla en su origen, porque no sería más que un boceto de ese futuro guión, que recoge un montón de tópicos de la ficción para acabar dando como resultado una historia tierna y vibrante a la vez. Todo lo que sería una road movie, si aceptamos cambiar movie por book.

En la narración se encuentran los elementos más característicos de un spaguetti western. El casticismo hecho western, si me permitís la expresión. Porque hay una chica en apuros que enamora a un tipo duro pero buenazo. Un amor de extrarradio. Pedáneo que diría Proyecto Jass. Y hay unos malos muy malos, peligrosos y ridículos a partes iguales, como recién salidos del circo de los horrores.


(Voy a empezar a ponerle BSO a todas las reseñas, ya verás que friki)

Pérez-Reverte conserva su cuidado estilo en este relato, pero su lenguaje se vuelve algo más... ¿Barriobajero? Cual no sería mi sorpresa, cuando revisando críticas en Internet, veo que este es uno de los principales argumentos para valorar negativamente la novela. Pero seamos honestos, si el autor cuenta una historia de prostitutas, expresidiarios, corruptos... etc. el lenguaje, las descripciones, la ambientación, deben adecuarse a esta historia. Si el protagonista se juega la integridad batallando con los malos, ¿Sería mejor que le dijera a su enemigo, en aras de la corrección lingüística, "descendiente de una meretriz" en lugar de un "hijo de puta" con todas sus letras? Don Arturo puede utilizar expresiones callejeras en este relato, pero desde luego no es nada zafio, y sigue siendo uno de los autores más románticos que he leído nunca.

Pero tenía la boca seca, y ganas de echarme a llorar, de hundirle la cara en el cuello tibio y olvidarme del mundo y de mi sombra. Pensé en lo que había sido hasta entonces mi ida. Recordé, como si pasaran de golpe ante mis ojos, la carretera solitaria, los cafés solos dobles en las gasolineras, la mili a solas en Ceuta, los colegas del Puerto de Santa María y su soledad, que durante un año y medio había sido la mía. Si hubiera tenido más estudios, me habría gustado saber de qué maneras se cojuga la palabra soledad, aunque igual resulta que sólo se conjugan los verbos y no las palabras, y ni soledad ni vida pueden conjugarse con nada. Puta vida y puta soledad, pensé. Y sentí de nuevo aquello que me ponía como blandito por dentro, igual que cuando era crío y me besaba mi madre, y unos estaba a salvo de todo sin sospechar que sólo era un tregua antes de que hiciera mucho frío.

Y ahí queda eso.

Yo la recomiendo. Son solo noventa y alguna paginitas de nada. 

Con esta lectura, completé los primeros dos puntos en mi reto veraniego de la Summermathon, a saber:
- Una relectura.
- Un libro con versión cinematográfica.  
¿Cómo va vuestro reto? ¿Os llama la atención este libro?

Por lo demás todo bien en el universo de mi estantería, de momento. Mantenemos la velocidad y el rumbo, destino agosto.

¡Nos leemos!