jueves, 20 de febrero de 2014

Cuando los medios justifican el fin


El verano de los juguetes muertos de Toni Hill

 Una vez más, el azar ha sido el responsable de la elección de ésta, que ya es, la última novela que he leído y que reseño. Un elección a ciegas, puesto que no conocía ni el autor ni la obra, entre cientos de libros de la biblioteca (que Dios bendiga las bibliotecas públicas). Y una vez terminado el libro, me sorprendo al ver que tiene bastante fama, que muchos blogueros han comentado sus impresiones sobre él y que incluso ha sido traducido a varios idiomas, que cuenta con una segunda parte y con un proyecto para adaptarlo a la pequeña pantalla en forma de miniserie. 
Llego tarde, por lo tanto, a la tarea de su difusión, su alabanza o condena cibernética. Pero, por si alguien ha estado en los últimos años viviendo, como yo, en los clásicos, aquí os dejo su sinopsis y algunos datos sobre su autor para comentar después mi opinión.



Sinopsis


Tres muertes inexplicables

Dos promesas de venganza

Un verano sofocante.



El inspector Héctor Salgado lleva semanas apartado del servicio cuando le asignan de manera extraoficial un caso delicado. La extraña muerte de un joven de la alta burguesía barcelonesa va complicándose a medida que Salgado se adentra en un mundo de privilegios y abusos de poder. Héctor no solamente deberá enfrentarse a ello sino también a su pasado más turbio, que en el peor momento y de modo inesperado vuelve para ajustar cuentas.



Los sueños, el trabajo, la familia, la justicia o los ideales, tienen un precio muy alto… pero siempre hay gente dispuesta a pagarlo.



El autor

Toni Hill (Barcelona, 1966) estudió Psicología, aunque ha desarrollado su carrera como traductor en distintos ámbitos. Se estrenó como escritor en 2011 con El verano de los juguetes muertos, y conserva a sus protagonistas en la segunda parte Los buenos suicidas, publicado un año después.



Mi opinión
Llevo meses lidiando con Los Miserables, clasicazo de inevitable lectura para cualquiera que, como yo, se diga amante de la literatura, de la historia en general y del siglo XIX en particular. Pero lo cierto, es que se trata de un libro demasiado “espeso” y realmente me hacía falta una lectura más sencilla, más rápida y más adictiva.

Con El verano de los juguetes muertos, he dado exactamente con lo que necesitaba. Se trata de una novela muy bien escrita, que rápidamente nos introduce  en los casos que han de resolverse (en esta ocasión, dos por el precio de uno) y nos presenta a unos personajes con los suficientes matices para que si bien la novela conserve la ligereza del género, no acabe siendo simplona. Me refiero, a la cantidad de pequeñas subtramas que consiguen hacer de los protagonistas y secundarios, personajes nada planos. En algunos blogs y reseñas sobre la novela, he leído que todas estas pequeñas historias le restaban interés y eficacia a la historia central (al caso a resolver, se entiende) pero yo creo que ocurre justamente todo lo contrario. 





Y con todo, tengo que reconocer que no me ha gustado el final. No porque estuviera mal resuelto, o fuera precipitado o previsible (para mi, por lo menos, no lo fue en absoluto). Pero no pude dejar de sentir antipatía hacia las “víctimas” de este caso. Victimas convencidas de que el fin  justificaba los medios, algo con lo que nunca he estado de acuerdo. Nunca, y en ningún caso. 

Unos personajes como Marc y Gina, que estaban muy cerca de convertirse en aquello que más despreciaban.  Un protagonista que censura a uno de los personajes mientras disculpa a su superior, siendo ambos culpables del mismo delito (¿eso no es corporativismo?). Y sobre todo, una carta escrita desde el pasado que me ha dejado muy mal sabor de boca.

De todas formas tengo claro que no es obligación de ningún libro dar lecciones morales. Y en cualquier caso, el título de esta entrada refiere que en esta ocasión los medios, es decir el desarrollo de la historia, el ritmo de la misma, su estilo nada pedante, compensan con creces el fin, unas últimas páginas que, aunque no sean de mi agrado, no anulan la calidad del conjunto. 

En resumen, una interesante novela muy recomendable para quienes hayan disfrutado de Carvalho, Bevilacqua y la ciudad de Barcelona.